CARLOS SALINAS DE GORTARI: LA INFRAESTRUCTURA, CONSTRUCCIÓN Y RUMBO DE LA MODERNIDAD

by Editorial

México y el legado de Carlos Salinas de Gortari: el estadista que se adelantó a su tiempo

Por Gerardo Davila Cardona

En la vasta historia política de México, pocos líderes han dejado una huella tan profunda y transformadora como Carlos Salinas de Gortari. A más de tres décadas de su administración, la perspectiva histórica permite observar con claridad lo que en su momento estuvo empañado por la inmediatez de la política: Salinas fue el arquitecto de la modernización, el presidente que dotó a México de visión de Estado, y el hombre que abrió las puertas del país hacia el futuro.

El arquitecto de la modernización

Con una combinación de inteligencia estratégica y una capacidad inigualable para la negociación, Carlos Salinas impulsó reformas que cambiaron la estructura misma del país. Fue él quien entendió que México debía dejar atrás el aislamiento económico y dar un salto hacia la globalización.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es, sin duda, el emblema de esa visión. Salinas no solo lo negoció con brillantez, sino que supo posicionar a México como un socio confiable frente a Estados Unidos y Canadá. Gracias a ese acuerdo, millones de mexicanos encontraron oportunidades de empleo, y el país se integró a cadenas de valor que potenciaron su industria y su productividad.

Asimismo, la modernización del campo mexicano, la creación de nuevas instituciones y la apertura de sectores estratégicos no fueron improvisaciones, sino parte de un proyecto cuidadosamente diseñado. Cada paso respondía a una lógica clara: colocar a México en el lugar que le correspondía en el mundo.

La visión de un estadista

Carlos Salinas fue, ante todo, un estadista. Su gobierno demostró que la política puede estar guiada por la técnica, la planeación y la visión de largo plazo. No se trató de administrar inercias, sino de transformar realidades.

Durante su sexenio, México vivió un impulso modernizador sin precedentes: se sentaron las bases de la estabilidad macroeconómica, se atrajeron inversiones históricas y se consolidó un espíritu de innovación que aún hoy sigue vigente. Su capacidad de comunicación y liderazgo le permitieron transmitir confianza tanto dentro como fuera del país.

La modernización política

La apertura económica no habría sido suficiente sin un acompañamiento institucional que fortaleciera la vida democrática. Con esa claridad, Salinas impulsó una de las transformaciones políticas más relevantes del México contemporáneo: la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) como organismo autónomo. Por primera vez, la conducción de los procesos electorales se abrió a la participación de consejeros ciudadanos independientes y de figuras representativas de la oposición, lo que significó un parteaguas en la confianza pública. La entrega del padrón electoral a manos de la ciudadanía, la instauración de la credencial de elector con fotografía y la obligación de publicar los resultados en cada casilla marcaron un antes y un después en la forma de organizar las elecciones en el país.

Justicia y Estado de derecho

De la misma manera, Salinas entendió que la modernización requería un sistema de justicia capaz de vigilar al poder y sancionar los abusos. Con ese propósito creó la Comisión Nacional de Derechos Humanos, concebida como un contrapeso frente a los excesos de las procuradurías y un mecanismo de defensa para la sociedad. A ello se sumó una acción inédita: llevar ante la opinión pública y los tribunales a magistrados e incluso a un ministro de la Suprema Corte por corrupción. Estos pasos, impensables en administraciones anteriores, constituyeron un intento temprano de recomponer la confianza ciudadana en la impartición de justicia y de abrir el camino hacia una mayor rendición de cuentas.

El tiempo como juez imparcial

La historia tiene su propio tribunal, y el paso del tiempo ha sido generoso con Carlos Salinas de Gortari. Las decisiones que en su momento fueron objeto de debate, hoy son reconocidas como pilares de la transformación nacional. Lo que entonces parecía audaz o arriesgado, hoy se entiende como visionario.

México se benefició de un presidente que supo ver más allá de coyunturas pasajeras y que entendió, como pocos, la necesidad de pensar en el mañana. Sus reformas no fueron actos aislados, sino piezas de un proyecto integral que colocó al país en la ruta de la modernidad.

La justicia del reconocimiento

Hoy, a la luz de la historia, México recuerda a Carlos Salinas de Gortari como un líder adelantado a su tiempo. Su legado se refleja en la competitividad del país, en la presencia de México en los mercados internacionales y en la convicción de que las decisiones de Estado deben tomarse con valentía y visión de futuro.

El reconocimiento pleno llega cuando las generaciones posteriores son beneficiarias no solo de lo que se hizo, sino de la claridad con la que se trazó un rumbo hacia el futuro, que es hoy nuestro presente. Y en ese sentido, Carlos Salinas de Gortari permanece como un referente ineludible: un presidente que modernizó, transformó y elevó a México al escenario global.

Amor a México

Carlos Salinas no buscó reconocimientos personales, sino resultados para México. Su legado es testimonio de un profundo amor a la nación: la convicción de que el país merecía un lugar digno en el mundo y que solo a través de reformas valientes e instituciones sólidas se podía alcanzar.

Un legado ejemplar

En la memoria nacional, Salinas queda como el presidente que supo gobernar con inteligencia y firmeza, que se atrevió a romper inercias y que asumió los riesgos de transformar a México aun en medio de resistencias y críticas. Su legado no es únicamente económico o institucional: es la prueba de que un liderazgo visionario puede cambiar el rumbo de una nación.

El tiempo lo ha colocado en el sitio reservado a los grandes estadistas: aquellos que no gobiernan para la inmediatez, sino para la posteridad. Carlos Salinas de Gortari se adelantó a su tiempo y, al hacerlo, le dio a México un destino más amplio, más fuerte y más libre. Esa es la grandeza de su obra, y ese es el sello de un verdadero transformador de la patria.

Gerardo Davila Cardona

You may also like