¿Te imaginas trabajar en una empresa sin jefes, sin jerarquías estrictas y donde todas las decisiones se tomen en conjunto? No es una utopía, es una realidad creciente en distintos sectores productivos: las empresas autogestionadas.
Este modelo organizativo, también conocido como “empresa horizontal” o “organización teal”, busca reemplazar las estructuras tradicionales por esquemas colaborativos, donde la confianza, la autonomía y la responsabilidad compartida son la base de la operación.
¿Cómo funciona una empresa autogestionada?
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En lugar de contar con un jefe que supervise, las empresas autogestionadas distribuyen el liderazgo entre los miembros del equipo. Cada persona tiene roles definidos, pero también la libertad de tomar decisiones que afectan su área de trabajo. Las decisiones estratégicas se consensúan o se toman por círculos de trabajo especializados.
Uno de los métodos más usados en estas organizaciones es la sociocracia, un modelo que permite que todos los integrantes participen en las decisiones a través de propuestas, debates y consentimiento, en lugar de votaciones o imposiciones.
Ventajas del modelo autogestionado
- Mayor compromiso: Los colaboradores se sienten dueños de sus proyectos y resultados.
- Creatividad e innovación: La ausencia de estructuras rígidas permite soluciones más ágiles y creativas.
- Menor rotación de personal: Un entorno de respeto y autonomía genera bienestar y estabilidad.
- Adaptabilidad: Las empresas autogestionadas pueden responder más rápido a los cambios del mercado.
Casos de éxito
Empresas como Morning Star (industria alimentaria en EE. UU.), Semco Partners en Brasil o Mondragón Corporación Cooperativa en España han probado que este modelo puede escalar y funcionar a gran escala, generando ingresos millonarios y transformando la cultura empresarial.
¿Es para todas las empresas?
No necesariamente. Requiere un alto nivel de madurez organizacional, herramientas digitales que faciliten la comunicación y, sobre todo, una cultura interna que valore la corresponsabilidad y la transparencia. No se trata de eliminar el liderazgo, sino de distribuirlo.
CLas empresas autogestionadas son un ejemplo de que es posible construir negocios rentables sin recurrir al modelo tradicional de mando y control. En un mundo donde las nuevas generaciones valoran la autonomía, el propósito y la colaboración, este tipo de organizaciones podría representar el futuro del trabajo.