Medir es entender. En un entorno como el del Estado de México, donde la dinámica empresarial es intensa, tener claridad sobre tus métricas clave te permite tomar decisiones más ágiles y enfocadas. Lo que no se mide se vuelve invisible y difícil de mejorar.
Elige indicadores que realmente estén ligados a tus objetivos. Ventas semanales, conversión en redes, nivel de satisfacción, tiempos de entrega, entre otros. No se trata de tener muchos datos, sino los más útiles y accionables.
Las métricas te ayudan a ver patrones, detectar áreas de mejora y validar lo que sí está funcionando. Cuando mides, puedes corregir a tiempo y también celebrar avances con base en evidencia. Una métrica clara te da foco en medio del ruido.
No delegues esta tarea por completo al área contable o administrativa. Como líder, conocer tus números es parte de tu rol estratégico. Un negocio bien medido es un negocio con visión clara y posibilidades reales de crecer.
Hazlo parte de tu rutina. Revisa tus métricas cada semana o cada mes, y ajústalas si es necesario. Empieza por una o dos, pero no te quedes en la intuición. Medir es tan importante como vender.
Y sobre todo, no te obsesiones por alcanzar una métrica perfecta. El verdadero valor está en lo que aprendes al observarlas con atención. Esa información bien usada puede transformar tu negocio.