En calles, plazas comerciales y puntos estratégicos de entrega, las “nenis” se han convertido en un símbolo de la economía informal que no solo resiste, sino que prospera. Este término, acuñado popularmente para referirse a mujeres emprendedoras que venden productos en redes sociales y entregan en puntos intermedios, ha trascendido el meme para convertirse en un fenómeno económico real con un impacto significativo en el consumo local.
Se estima que, en México, cientos de miles de mujeres participan en este modelo informal de comercio, que abarca desde ropa, cosméticos, accesorios y alimentos, hasta productos personalizados y artesanales. Aunque muchas operan sin un registro formal ante el SAT, sus ventas representan una fuente clave de ingresos para miles de hogares, especialmente en contextos postpandemia, donde el autoempleo y el comercio digital vivieron una explosión sin precedentes.
Además, las “nenis” han creado redes de confianza con sus clientas y han profesionalizado sus procesos: utilizan servicios de paquetería, gestionan inventarios desde sus casas y han perfeccionado el marketing digital en plataformas como Facebook, Instagram y TikTok. Este modelo ha impulsado una nueva forma de consumo, con entregas flexibles, contacto directo y precios competitivos.
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El impacto económico es considerable. Aunque no existen cifras oficiales, algunos especialistas calculan que este sector podría mover miles de millones de pesos anualmente. Su crecimiento plantea desafíos para la formalización fiscal, pero también ofrece oportunidades para el desarrollo de políticas públicas que reconozcan y fortalezcan el autoempleo femenino.
Lejos de ser una moda pasajera, las “nenis” representan una transformación del comercio en México: más cercano, más flexible y profundamente conectado con la realidad de muchas mujeres que han hecho del emprendimiento una forma de independencia económica.
