LA FUERZA TRANSFORMADORA DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA FEMENINA

by Editorial

MTRA. MARCELA MARTINEZ PINEDA
Presidenta de la Comision de Mujeres de Coparmex Metropolitano

En un país que enfrenta desafíos profundos en lo social, lo económico y lo político, estoy convencida de que la participación ciudadana de las mujeres no es un complemento, es un motor indispensable para el progreso y la transformación social en el mundo.

Durante muchos años, la voz de las mujeres fue minimizada en la vida pública. Se decía que la política, la economía, la ciencia o el arte eran terrenos ajenos a nuestra esencia. Hoy, afortunadamente, vivimos un momento histórico distinto. Los espacios que ahora podemos ocupar nos han dado algo invaluable: la oportunidad de ser escuchadas, y ser escuchadas significa influir, decidir y transformar.

Cuando una mujer llega a un espacio de decisión, sea en un consejo ciudadano, una organización social o una junta académica, no llega sola. Llega acompañada de las experiencias de muchas otras mujeres que históricamente quedaron fuera. Nuestra mirada trae consigo preguntas que a veces no se habían planteado: ¿cómo equilibrar el crecimiento con la justicia social?, ¿cómo conciliar el éxito con el bienestar familiar?, ¿cómo poner al centro la dignidad humana?

En los espacios donde las mujeres participan, se abren conversaciones más inclusivas, se priorizan políticas de cuidado, se generan proyectos que piensan en las futuras generaciones. Nuestra manera de tomar decisiones suele estar vinculada a la empatía, la escucha activa y la búsqueda de consensos. Y ese estilo de liderazgo es cada vez más necesario en un mundo que atraviesa por crisis globales.

No podemos negar los avances: cada vez más mujeres ocupan cargos de representación política, lideran organismos internacionales, dirigen universidades o encabezan movimientos sociales. Sin embargo, aún queda un largo trecho por recorrer. La participación femenina no puede ser anecdótica ni simbólica, debe ser constante y profunda.

Los espacios conquistados nos han permitido alzar la voz, pero también nos recuerdan la responsabilidad de abrir más puertas a las que vienen detrás. Porque de nada serviría ser escuchadas si no nos convertimos en puente para otras. La verdadera transformación ocurre cuando dejamos de ser excepción y pasamos a ser norma en la vida pública.

La ciudadanía activa no se limita al derecho al voto o a ocupar cargos de poder. Hoy sabemos que las sociedades donde las mujeres participan activamente en la toma de decisiones tienden a ser más democráticas, transparentes y equitativas.

Este es un desafío global: en cada espacio que ocupamos, las mujeres enfrentamos obstáculos distintos, pero compartimos la misma certeza: el mundo necesita nuestras voces. Si no participamos, otros seguirán decidiendo por nosotras.

La participación ciudadana femenina no es solo un derecho conquistado, es una responsabilidad compartida.

Las mujeres no solo cambiamos políticas: cambiamos realidades. Sin duda, el poder de transformar desde la voz y la acción es la mayor aportación que podemos hacer a la sociedad global.

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