En el Estado de México, más de 2,500 artesanos mantienen vivas las técnicas ancestrales de la lapidaria y la cantería, dos disciplinas que han perdurado gracias a la transmisión generacional del conocimiento y la pasión por el trabajo artesanal.
La lapidaria se enfoca en tallar, labrar y pulir piedras semipreciosas como ágata, ópalo, amatista, venturina, obsidiana, serpentina, malaquita y jade. A partir de estas piedras, se crean una variedad de piezas como joyería, máscaras, copas, morteros, fruteros, pisapapeles, artículos para masaje y abrecartas, combinando funcionalidad con arte.
Por otro lado, la cantería se centra en esculpir y trabajar bloques de piedra mediante técnicas de labrado y cincelado. Esta práctica da vida a esculturas, fuentes, pilas, cruces, columnas y diversos elementos ornamentales que forman parte de la identidad arquitectónica de muchas comunidades mexiquenses.
Además, la piedra volcánica se sigue utilizando en la fabricación de utensilios tradicionales como molcajetes y metates, herramientas esenciales para la cocina mexicana y símbolo de su herencia prehispánica.
Los municipios de Acambay, Aculco, Chimalhuacán, Nezahualcóyotl, Otumba, San Martín de las Pirámides, Teotihuacán y Toluca destacan por su producción artesanal, convirtiéndose en guardianes de una tradición que combina arte, historia y cultura. Estas actividades no solo fortalecen la identidad cultural del estado, sino que también impulsan la economía local mediante la comercialización de piezas únicas de gran valor estético y simbólico.